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El arte de saber escuchar


Para entender qué es la escucha debemos empezar por identificar la diferencia entre oír y escuchar y esta radica principalmente en que el oír es una cuestión biológica, en su mayoría nuestra propia biología nos ha dotado de este sentido que hace que podamos percibir los sonidos del entorno que nos rodea, en tanto que en el escuchar utilizamos la biología y nuestros sentidos, es decir nuestro ser, el cual agrega a los sonidos una interpretación de lo que estamos oyendo entonces la diferencia entre oír y escuchar radica en que la escucha siempre implica una interpretación.


Pero ¿Cómo es que generamos esta interpretación? La interpretación es única y personal y esta surge desde nuestra historia personal, de nuestras experiencias, de nuestras conversaciones internas y públicas que tenemos, de nuestros juicios y en general del ser que somos pues en la interpretación que le damos a las cosas habita nuestra personalidad, pero no sólo habita esto en la escucha también habitan nuestras emociones y estados emocionales.



Para comprender cuál es la importancia de la escucha debemos de entender que es la comunicación, la cual tiene dos facetas, el hablar y el escuchar y tradicionalmente nos han enseñado que el hablar es la parte activa y el escuchar la parte pasiva, sin embargo, en

se ha reconocido también a la escucha como parte activa ya que hablamos para ser escuchados y el hablar efectivo solamente se logra cuando es seguido de una escucha efectiva, por lo tanto, el escuchar valida el hablar.

Imaginemos a la comunicación como una danza en donde es muy importante que el que habla y el que escucha se estén complementando y estén coordinados, partiendo de que hablamos para ser escuchados y que al escuchar validamos el hablar, pero qué pasa cuando no estamos escuchando y no verificamos que lo que yo entendí es efectivamente el mensaje que me querían transmitir, bueno pues empezamos a llenar estos espacios con lo que llamamos brecha crítica que contiene nuestras propias historias y juicios personales acerca de cómo son las otras personas produciendo problemas todavía más profundos en la comunicación.


Y es que precisamente la falta de comunicación es la base de muchos de nuestros problemas personales por lo que si empezamos a poner más atención en cómo nos comunicamos podremos tener la oportunidad de crear conversaciones más efectivas mejorando con ello las relaciones en tu trabajo, con tu familia, con tu pareja,etc.



Aquí te menciono 5 diferentes niveles de escucha:


1. El primero de ellos es ignorar al que habla: Básicamente en este nivel no nos importa el que habla ni lo que dice, lo ignoramos de forma tajante sin prestarle atención de ninguna forma y es algo tan evidente que enseguida te das cuenta.


2. El siguiente nivel es fingir que escuchamos: ya no te ignoro y finjo que te estoy

poniendo atención, pero en realidad estoy más al pendiente de mis conversaciones internas y al final solo estamos escuchando las palabras, pero muchas veces estamos pensando en cosas como ¿en qué estoy de acuerdo de esto que me está platicando? ¿En qué estoy en desacuerdo? ¿Qué le voy a responder? O cuando pensamos “para que lo escucho si eso ya me lo sé” o cuando la persona sigue hablando y estamos pensando “podrá decirme lo que quiera, pero yo sé que tengo la razón”, entonces el foco está en nosotros y no en la otra persona que es la que nos está tratando de comunicar algo, en este nivel estamos escuchando para responder, no para comprender.


3. Otro nivel es escuchar selectivamente: ¿Y no les ha pasado que dentro de una conversación se conectan y se desconectan de la misma? Es decir, solo escuchan lo que les interesa o lo que es importante en ese momento para ustedes, pero cuando la plática se torna hacia un aspecto que ya no nos afecta o nos importa entonces se pierde la atención, es decir es estar escuchando con filtros, y justo viene a mi mente una frase del Dalai Lama que dice “cuando hablas solo repites lo que ya sabes pero cuando escuchas quizás aprendas algo nuevo”, por lo que los invito a reflexionar que están dejando de aprender por estar escuchando selectivamente.


4. Después viene la escucha efectiva: Prestas atención a lo que te están contando, participas en la conversación aclarando si ambos están entendiendo lo mismo y casi no tienes conversaciones internas. Aquí es donde ya se empieza a dar esta danza que comentaba anteriormente ya que el que habla puede corroborar que la otra persona si la está escuchando.



5. Y el quinto nivel es la escucha empática: Es estar presente en todos los sentidos callando juicios e interpretaciones y acompañándolo y habitando su sentir comprendiendo que lo que me cuenta es desde su historia personal, escuchar empáticamente es tener la capacidad de que el otro me importe tal como lo dice Humberto Maturana “es aceptar al otro como legítimo otro”. En la escucha empática utilizamos los oídos, los ojos y el corazón, es una escucha plena y absoluta.


Ahora que conoces los diferentes niveles de escucha te invito a que reflexiones ¿con qué nivel te identificas más y qué calidad de comunicación crees tener en ese nivel?.


Cabe mencionar que algunas de las razones por las que tenemos escuchas diferentes son debido a nuestra historia personal ya que interpretamos las cosas de diferente manera de acuerdo con la historia que cada uno de nosotros tenemos; también escucharé diferente si conozco o no del tema del que me hablan por ejemplo si un músico me habla de notas musicales y yo no tengo ningún conocimiento sobre esto; también interviene mi emocionalidad ya que no escucho lo mismo si estoy en un buen día que si estoy pasando un día donde todo me está saliendo mal y mi estado de ánimo me predispone a escuchar diferente porque mi estado de ánimo no me permite estar dispuesto para el otro por el simple hecho de tener que resolver mis problemas personales y no poder callar mis conversaciones internas hasta no resolver mis asuntos.




Entonces preguntándonos ¿qué se necesita para que el escuchar ocurra? Podemos identificar dos movimientos:


1. El primero requiere sacarnos de nuestra persona, es decir tener la máxima empatía con el otro, ya que si no aceptamos al otro como distinto de nosotros el escuchar siempre estará limitado y se obstruirá la comunicación


2. El segundo movimiento es ser consciente del observador que somos, es decir, reconocernos a nosotros mismos diferente al otro y permitirnos cambiar el observador que somos para estar un momento en el lugar de la otra persona, pero también estar en nosotros mismos, suena complicado, pero lo cierto es que es parte de la danza que hablábamos, saber esperar nuestro turno para marcar el siguiente paso y permitirnos dejarnos llevar también cuando nos toca ser llevados.


Y ¿cómo podemos darnos cuenta que no estamos aceptando al otro como distinto de nosotros? Cada vez que ponemos en duda la capacidad del otro, cada vez que nos sentimos superiores, cuando sostenemos conocer la verdad de las cosas y cada vez que presumimos que nuestra manera de ser es la mejor.

Ahora que conoces esta información me gustaría invitarte a que empieces por escucharte a ti mismo y así puedas escuchar realmente a los demás.





KSoto







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