Haciendo equipo con nuestras emociones

Debido a la cultura en la que vivimos, y en muchos de los casos, desde niños hemos escuchado frases como estas: “los niños no lloran”, “el que se enoja pierde”, “tener miedo es de cobardes”, solo por mencionar algunas y a medida que vamos creciendo vamos adoptándolas como parte de nuestra forma de vida y aprendemos en muchos de los casos a no mostrar nuestras emociones o evitamos a toda costa sentirlas, clasificándolas como emociones negativas.
Sin embargo, si reflexionamos un poco, las emociones no poseen una clasificación en sí, nada es bueno ni nada es malo, pero si ahondamos en su uso, podemos encontrar sus beneficios, precisando una mejor connotación a cada emoción que vivimos, funcional o disfuncional, dependiendo en todo momento del extremo en donde tú mismo quieras colocarlas, es decir depende de cómo decides observar al mundo.
Te pondré un ejemplo, un corredor que requiere acabar un maratón puede recurrir al enojo como forma de poder obtener esa fuerza extra que necesita y en ese momento el enojo se convierte en su mejor aliado.
El tema de las emociones es muy extenso, pero podemos empezar por conocer los siguientes puntos y dar el primer paso para hacer equipo con nuestras emociones:
Las emociones siempre están presentes en toda acción humana, surgen cada vez que experimentas una interrupción en el fluir de tu vida y en general están para ayudarte, protegerte y alertarte sobre algún hecho.
Las emociones son reactivas, es decir no eliges la emoción, esta aparece y funciona de manera inconsciente.
La duración de una emoción solo es cuestión de unos cuantos segundos, después pasa a ser un estado de ánimo, es decir la emoción que era primariamente visceral inconsciente pasar a ser racional consciente.
Al mencionar que pasa a ser racional no quiere decir que sea razonada, más bien la emoción pasó a un plano de interpretación, es decir ya entró al plano de lo lingüístico (Intentas describirla), aquí es donde empezamos a interpretar lo que nos ha sucedido, en donde aparecen tus modelos mentales, creencias y juicios adquiridos desde tu propia experiencia y empiezas a compararla con otras situaciones que te ocurrieron de forma similar.
Los estados de ánimo no son reactivos y a diferencia de las emociones estos si se pueden controlar; no tienen una duración determinada pueden ser horas, días, incluso años, todo depende de la interpretación que le sigas dando a ese hecho, como ejemplos básicos debemos trabajar de pasar del resentimiento a la aceptación y de la resignación a la motivación.

Pero entonces ¿Por qué dos o más personas se pueden sentir de manera diferente, frente a una misma situación?
Bueno, esto se debe a que todos tenemos diferentes interpretaciones del mundo, la emoción será la misma sin embargo cada persona le dará una interpretación diferente de acuerdo con el tipo de observador (en base a las experiencias vividas) que este sea.
Así como no puedes cambiar tu pasado, pero si puedes diseñar tu futuro, lo mismo pasa al no poder elegir tu emoción, pero sí podrás elegir que acción tomarás como resultado de esta. Justo ahí es donde radica el poder de los estados de ánimo, en las acciones que elegimos tomar ante los hechos, las circunstancias y las decisiones que no están en nuestro control, pero de los cuales somos partícipes. Algo que aprendemos a través del coaching ontológico es que “No podemos cambiar el pasado, pero si la forma en la que lo miramos” justo ahí radica el poder de la elección en los estados de ánimo.
"Así como no puedes cambiar tu pasado, pero si puedes diseñar tu futuro, lo mismo pasa al no poder elegir tu emoción, pero sí podrás elegir que acción tomarás como resultado de esta..."
En la mayoría de los casos se tiene la creencia de que las emociones como el miedo, el enojo, la culpa, y otras que creemos que son “negativas”, son el problema y no es así, se convierten en problema cuando no sabemos cómo aprovechar la información que nos brindan (su funcionalidad), por lo que es de vital importancia prestar cuidadosa atención a nuestras emociones, ya que estas son determinantes básicas de lo que podamos o no lograr, impactando en los dominios de lo laboral, personal, social, espiritual, etc., así que empieza por escuchar y reconocer tus emociones en vez de rechazarlas.

Del mismo modo que las luces del tablero de un automóvil se encienden e indican que algo ocurre, como por ejemplo un sobrecalentamiento o la falta de combustible, las emociones se manifiestan de la misma manera, algo en ti te está advirtiendo. Entonces, ¿Tienes algo que atender en este instante? ¿Estas poniendo atención a tu tablero personal?.
Hagamos equipo con nuestras emociones, no podemos controlarlas, pero si podemos aprender a gestionarlas para utilizarlas siempre a nuestro favor, a través del coaching ontológico podemos obtener herramientas que nos ayuden a descubrir su funcionalidad, aprender que nos dice cada emoción; recuerda al corredor que te mencioné, explora la emoción y utilízala como fuente positiva sin importar la adversidad, el hecho y/o el momento.
¡La única manera de entender tus emociones es vivirlas!
Saludos.
KS