Para los desesperados (Cómo curarnos las heridas)

Cuando todo nos pasa, llega la desesperanza, las malas decisiones e incluso la depresión constante, la maldita depresión que se aferra a uno como pegamento kola loka, pero lo peor de todo es que no sabes dónde está adherido y mucho menos como quitártelo, desde luego que duele y duele todo y por todos lados, nos urgen las respuestas a las incesantes preguntas que nos realizamos y que no paran, es cuando la mente se une con esta depresión y solo nos bombardean una y otra vez, es como una guerra que sabes que perderás, pero no sabes cómo salir de ella, solo sabes que no hay escapatoria y que hagas lo que hagas nada evitará que estés en ella, incluso sabes que eres parte de esta guerra, es más, tú la iniciaste, nada era tan inesperado como pareciera en cierto sentido.
Para cuando te das cuenta del pedo en el que estás metido, llegan los malditos hubieras, como si no bastase la guerra que ya vives, llegan las culpas, los castigos y uno que otro chismoso que lejos de ayudar, solo vienen a juzgarte y a mal aconsejarte, como si su vida fuera la correcta, en este punto estas hecho una cagada, te has dado cuenta de las heridas que portas, algunas o sino es que la mayoría siguen abiertas y sangrando, en cada hubiera las vas lamiendo, pero créeme no ayuda de nada, pues las lames tan desesperadamente que solo las abres y las infectas, ¡vaya lío!.
En esta guerra (que te recuerdo que nosotros mismos iniciamos), ahora buscamos uno que otro aliado, pero la mayoría de las veces nos cruzamos con personas que lejos de ayudar, meten más ruido en tu
cabeza, vaya desmadre y todavía nos damos el lujo de salir a buscar nuestras respuestas al mundo, como si el mundo nos la debiera, el caos comienza a reinar nuestra vida, pero “toda pasa”.
Llegado al punto más álgido de nuestra situación, te das cuenta de que has cruzado un camino muy difícil, pero lo hiciste, tuviste el valor de confrontar, salir a buscar, a ganar o perder, pero lo hiciste, sin importar nada, transitaste tu camino y esa es la única forma que debía pasar para curar tus heridas, no hay caminos rápidos o atajos, no hay personas que tengan tu respuesta, pues todo habita en uno mismo, pocas personas en estos procesos podrán contar con una verdadera y genuina compañía, que no los juzgará, los acompañaran en sus batallas, en sus decisiones, los contendrán y los armarán y desarmarán, les otorgarán sus brazos, su compañía, su tiempo y sus oídos para escucharlos, si eres de los que cuentan con esas benditas personas, agradéceles y nunca les falles, pero si no tuviste compañía en esos momentos difíciles, déjame decirte que te equivocas, porque siempre te tuviste a ti mismo para salir adelante.

Y así se curan nuestras heridas, una a una, con tiempo, paciencia, con amor propio, pero sobre todo con la intención verdadera de haber aprendido en la experiencia misma. El pasado está ahí para aprender de él, no para revivirlo, pero si mirarlo de frente y amarlo, pues es nuestro y de nadie más, no sirve para sufrir, sirve para tomar lo mejor de él y convertirlo en el impulso de nuestro presente, pues más que nunca lo necesitaremos. Ama tus cicatrices, pues en cada una de ellas existe un bello recuerdo, un regalo oculto, pero vive ahí, no duelen, ya no, solo están ahí para ser recordadas y amarnos.
Valiente el que transita su dolor, asume sus respuestas y encuentra en su vulnerabilidad la mayor de sus fortalezas, el haber descubierto lo que siempre hemos sido y seremos para siempre y justo es ahí cuando te vuelves a encontrar a ti mismo y sabrás que estas listo para continuar, un poco más inteligente, un poco más empático, un poco más seguro, pero eso sí, sabes habitar la incertidumbre de la vida como un guerrero, siempre dispuestos a librar las batallas que nos lleguen, siendo capaces de reescribir nuestra historia, pues la vida es así, no es que sea difícil y complicada, sino que nosotros lo convertimos conforme a lo que somos, y hemos aprendido a ser nosotros mismos, sin tanto drama, pero sobre todo dispuestos a amar y ser amados.
Y así solo así mi querido lector se nos curan nuestras heridas, con tiempo, paciencia y en la experiencia misma, no hay caminos rápidos, simplemente cruzaremos lo que tengamos que cruzar, aprenderemos lo que tengamos que aprender, pero eso sí el camino será más fácil con la compañía adecuada.
Si estás cruzando una situación y requieres de compañía, acércate a nosotros y encontremos aquellas respuestas que tanto estás buscando y aprendamos a dejarnos encontrar más allá de buscar, anímate a una sesión de coaching y comencemos el viaje.
Carpediem.
JCFranco.